LA PRUEBA DE ESFUERZO, ESA GRAN OLVIDADA

Cualquiera que haya asistido a una carrera popular en los últimos años se habrá dado cuenta de algo curioso: la presencia de la tecnología.

Si sumamos el coste del equipo básico de un corredor (unos 200 euros en tan solo una puesta), al coste del reloj con gps, pulsómetro y análisis de la carrera, más el reproductor de música, que no suele ser de marca desconocida, más los cascos especiales para hacer deporte, calculo que hay unos 600 euros de media por runner.

Esto calculando por lo bajo y sin tener en cuenta que gran parte de ese equipamiento se va renovando cada cierto tiempo, especialmente las zapatillas, mallas y camisetas.



Sorprendentemente, si al acabar la carrera hacemos una encuesta y preguntamos a los deportistas no profesionales, cuántos de ellos se han hecho una prueba de esfuerzo, me aventuro a decir que no llegarán al diez por ciento las respuestas afirmativas.

El coste de una prueba de esfuerzo completa y segura es de unos 150 euros, más barata que la mayoría de las zapatillas presentes en cualquier carrera popular.

¿A qué se debe esta reticencia a dicha prueba?

¿Por qué todo el mundo considera que es una cara inversión?


Planteemos un caso ficticio.



Carrera popular modalidad sprint, 10 kms, en Villaluengo de los Cogullos (creo que no existe tal pueblo, ¿no?) Dos corredores, uno de ellos con unas zapatillas Talendi de Mecathlon de 28 euros, oferta fin de existencias.

Hace dos semanas gastó 100 euros en una prueba de esfuerzo.

El otro con las últimas Meacuno Maratonier 2015 de 174 eurazos; van solas.

Sin prueba, fundió el presupuesto del mes en la tienda Proffesional Runners, última tendencia en la ciudad, eso sí, mallas, camiseta, gorra y zapatillas en una preciosa gama de tonos amarillos.

Consecuencia:


Que mucha gente se echaría las manos a la cabeza al ver a un corredor con unas zapatillas de 30 euros pero nadie se preocuparía lo más mínimo sobre quién se ha hecho o no una prueba de esfuerzo.

Esto es así, pero ¿qué consecuencias puede tener todo esto?.

Lo más probable es que ninguna, seguramente el señor de las Meacuno hará una gran marca y se irá orgulloso a su casa pensando en la próxima carrera.

Muy posiblemente el señor de las “cutrezapatillas” acabe con alguna ampolla o rozadura de más.

Pero si llevamos las cosas un poco al límite, si forzamos la máquina, las rozaduras seguirán siendo rozaduras pero el cansancio puede convertirse en algo más grave y todos sabemos que no sería ni la primera, ni la última vez, que ese día alguien hiciera “su última carrera”. Muchos me diréis que estoy dramatizando en exceso pero amigos, esos 150 euros bien pagan la tranquilidad y seguridad de que no voy a llegar a colapsar porque, aún creyendo que sí, no estaba preparado para ese esfuerzo.


Pero no solo ese es el objetivo de estas pruebas. No solo voy a ganar la tranquilidad de saber que no tengo ninguna cardiopatía ni ningún problema respiratorio.



Además voy a mejorar ostensiblemente la calidad de mis entrenamientos. La prueba me va a dar mi consumo máximo y relativo de oxígeno (VO2 max), con el que sabremos a ciencia cierta nuestro estado actual de forma, mis umbrales, aeróbico y anaeróbico y mi frecuencia cardíaca máxima real.

Con todos estos datos, una correcta interpretación y un poco de asesoramiento profesional, podemos hacer una planificación de nuestro entrenamiento altamente eficaz que, con total seguridad, nos hará mejorar visiblemente en las siguientes pruebas.


¿Necesitas más motivos para invertir en tu salud y en la mejora de tu planificación?

Artículo extraido de cienxcienacademy.com